Niños con Síndrome de Déficit Atencional: verdadero origen y falsos diagnósticos

El déficit atencional está “de moda”. Es el principal motivo de consulta en madres que llevan a sus hijos a consultar a profesionales de la salud mental. Se trata de niños distraídos, que suelen olvidar cosas fácilmente y tienen dificultades en terminar una tarea. Muchas veces, a lo anterior se agrega una dificultad en mantenerse quietos, molestando a los compañeros de clase e incitándolos al desorden. No buscan provocar ni a su profesor, ni a sus compañeros, ni a sus padres. Simplemente no pueden estar quietos ni concentrarse en una sola cosa, pero igualmente terminan siendo un “elemento molesto” especialmente para los profesores, quienes son los que generalmente optan por acordar con sus padres el inicio de un tratamiento.

El Síndrome de Déficit Atencional (SDA) es la manifestación de un desorden que se caracteriza por tener a la base una inmadurez neurológica, y tiende a presentarse asociado a otros cuadros o dificultades de funcionamiento, tales como la depresión, ansiedad, trastornos del sueño, dificultades en relaciones sociales dentro de las más relevantes. Esta serie de dificultades en el funcionamiento, perfectamente podría entenderse como consecuencia de lo que ha implicado para el niño tener este síndrome. Al haber dificultades en la atención y concentración, es esperable que baje el rendimiento escolar, repercutiendo en una disminución de la autoestima. Por otra parte, en casos en que hay hiperactividad, es comprensible que comience a haber una predisposición negativa hacia este niño, tanto por parte de los profesores como por parte de los compañeros de curso, lo que puede provocar inseguridad, ansiedad, dificultades en las relaciones sociales y trastornos del sueño. Si observamos entonces la sintomatología asociada a un SDA, esta podría derivar incluso en un cuadro depresivo. En dicho caso, el SDA debe tener un abordaje multidisciplinario, en donde neurólogo, psiquiatra y psicólogo trabajen en equipo para tratar tanto el SDA como las dificultades psicológicas que han surgido del primero.

Otro abordaje muy distinto es el que deben tener otros trastornos en la atención que no tienen base neuromadurativa. Se sabe que hay cuadros ansiosos, depresivos, e incluso trastornos del sueño que pueden tener como consecuencia una falla en la atención, y lamentablemente terminan siendo diagnosticados como SDA con o sin hiperactividad. Esto tiene como lamentable consecuencia que estos niños terminan siendo tratados con fármacos que de nada van a solucionar sus problemas de atención, porque no están tratando el real problema de fondo, de tipo psicológico o psiquiátrico. Lo más alarmante es que esto es más común de lo que imaginamos. Hay un sobrediagnóstico de SDA, y niños que no están recibiendo el tratamiento que les corresponde. La explicación a esto tiene que ver con que el médico no está familiarizado con el saber psicológico, y por lo tanto, con las dificultades psicológicas que también producen fallas en la atención, por lo que no considera como factores la posibilidad de que haya disfunciones familiares, dificultades sociales, experiencias traumáticas de fondo o cambios importantes que puedan estar produciendo dificultades emocionales que a su vez interfieren en las capacidades cognitivas.

Este es un llamado a padres, profesores o tutores, para que tomen como responsabilidad propia el bienestar de los niños que están bajo su cuidado. A veces, lo más visible no es el tema a tratar, y es necesario ir más allá para poder ver realmente qué es lo que está afectando a nuestros niños. De ustedes depende que el SDA siga siendo visto como cuadro individual, y no muchas veces como una consecuencia de una alteración emocional de fondo.

Autor: María Francisca Correa